Es sabido por experiencia clínica que frecuentemente hay cierto fracaso de la palabra del especialista en el compromiso de seguir el plan de alimentación asignado, especialmente cuando se trata de niños e inmediatamente surge la pregunta respecto a la eficacia de los mismos.

¿Puede un niño sostener la responsabilidad de hacerse cargo de lo que come sin que esto no signifique por otro lado una marca social tan importante como la obesidad misma?

Oímos a los especialistas en Nutrición acordar en el punto de esta dificultad: ¿Cómo hacer pasar a un niño la responsabilidad respecto a la dieta?, ¿cómo hacerle preferir la renuncia al exceso de comida o a la comida chatarra en beneficio de una mejor estética y calidad de vida?, ¿Es suficiente recurso tratar de convencerlo, persuadirlo o hasta castigarlo? ¿Cómo crearle un interés propio al respecto?, en síntesis: ¿Cómo crear un nuevo lazo con el cuerpo?

Para el Psicoanálisis hay una regla de oro que creemos se aplica en este caso: lo que fracasa en un lado, gana en otro, el aparente fracaso de un tratamiento alimentario sin duda rinde sus ganancias en otro, dónde?:

Si pensamos la obesidad infantil como una a-dicción, esto es como síntoma de lo que no pasa por el decir, por la palabra ,quizás tengamos la clave.

Podemos ubicar una satisfacción oculta en relación al llenado de la boca, a la comida que ingresa ,que la tapa, que recubre el cuerpo con un plus que impide localizarlo.

Desde lo social es clara la relación entre sedentarismo y obesidad ya que ella genera sujetos pasivos, dóciles, consumistas incapaces de seleccionar lo que se les ofrece, pero: ¿qué ocurre a nivel de lo particular?

Es necesario sobre el panorama de lo general indagar sobre cada caso, en cada constelación familiar situar desde donde hay una demanda inconsciente que llega al niño en ese alimento, demanda de pasividad, de silencio, de engrosamiento y también intentar situar qué demanda pone éste en juego.

Aconsejamos para el abordaje de este síntoma un dispositivo ampliado, dinámico, interdisciplinario en el que el Psicoanalista acompañe el proceso para resolver los obstáculos que se presentan en cada paso del tratamiento para que el niño paralelamente al tratamiento nutricional pueda construir un espacio donde su palabra tenga tal peso que consienta a vaciar su cuerpo del mal que lo recubre.